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“Formar el corazón” “para llevar a Dios“

“El corazón” es la esencia misma de la persona, es la interioridad de donde surgen los anhelos más profundos. El Corazón, según Madre Luisita es donde se  fragua la mujer, el hombre pleno, feliz, solidario, libre, amante de la verdad.

Vivir la Educación, Vivir con Dios

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Congregación

La Congregación de Carmelitas del Sagrado Corazón es fundada el 24 de diciembre de 1904 en Atotonilco el Alto, Jalisco, México, por la madre María Luisa Josefa de la Peña Navarro, del Santísimo Sacramento.

Nuestro Carisma, don del Espíritu al Instituto, es hacer presente proféticamente al mundo la experiencia contemplativa de Dios Padre providente, bondadoso y misericordioso.

Madre Luisita

La Madre Luisita quien experimentó la bondad y el amor del Padre nació el 21 de junio de 1866 en Atotonilco el Alto, Jalisco, México. Hija de grandes hacendados, acostumbrada a la forma de vida que le daba su condición social, salió de sí misma y se acercó a los menos favorecidos y los amó con corazón de madre, acompañándolos en su experiencia de Dios.

Su matrimonio a los escasos 16 años con el Dr. Don Zacarías Pascual Rojas Santoscoy le dio una visión amplia y realista de la vida y la impulsó más al servicio de los necesitados. Catorce años de matrimonio sin hijos, pero fecundos en la entrega hacia los desprotegidos, los llevó a ser llamados “Padres de los pobres”.

Don Zacarías Pascual Rojas y Doña Luisa de la Peña de Rojas, tuvieron la iniciativa de fundar el Hospital del Sagrado Corazón junto con la Conferencia de San Vicente y contagiaron su entusiasmo al pueblo de Atotonilco el Alto, Jalisco.

Al poco tiempo de la muerte del Dr. Zacarías Pascual, Doña Luisa inició, con cinco mujeres, lo que ahora es la Congregación, continuando con la atención a los enfermos. Además, siguió atenta a la inspiración del Espíritu y a las necesidades que la rodeaban, por eso en noviembre de 1905, recibe el colegio del Sagrado Corazón, que es el primero en el Instituto, y donde germina la pastoral educativa para acompañar integralmente a la niñez.

Madre Luisita luego de un caminar de fe y confianza en Dios, varias fundaciones en México y Estados Unidos, se encuentra con Dios Padre el día 11 de febrero de 1937.

Misión de las Carmelitas del Sagrado Corazón en la Iglesia

Jesús constituye a la Iglesia sacramento universal de salvación, la envía a anunciar y preparar el camino del Reino (Cf. Jn. 20,21; Mt. 28,19). Él nos llama a formar parte de su comunidad misionera para “primerear en el amor” y salir al encuentro de nuestros hermanos, especialmente de los lejanos y los excluidos (CC59).

Con la fuerza del Espíritu, somos enviadas a anunciar la buena noticia del Reino a través de nuestro carisma en las diversas pastorales y presencias articuladas entre sí. Nuestra misión ha de ser integradora, liberadora y humanizadora (CC60).

Educación CSC

Nuestro proyecto educativo de escuela católica como Carmelitas del Sagrado Corazón, aporta una visión del ser humano en su capacidad de generar cultura y un nuevo proyecto de sociedad basada en los valores humano-evangélicos que reconstruyen a la persona, la impulsan en su vocación al bien y a una relacionalidad basada en el amor y en la ayuda mutua.

Todo inició en 1905, a un año de la fundación de la Congregación, nuestra Madre Fundadora, acogió el Colegio del Sagrado Corazón en Atotonilco, el Alto, Jalisco, México. Un colegio para niñas y más adelante fundó la escuela dominical y el silabario. Madre Luisita, con corazón de madre, tuvo una especial sensibilidad por la niñez y juventud, procurándoles siempre, con su cercanía y cariño una experiencia amorosa y liberadora de Dios, así mismo ella dedicaba tiempo y talentos con el fin de que adquirieran las herramientas para desarrollarse en plenitud, desde sus valores y habilidades hasta llegar a ser hombres y mujeres de bien, en servicio a los demás.

Los Colegios Carmelitas del Sagrado Corazón, hemos acogido a la educación como una acción transformadora y humanizadora. Nuestro compromiso es seguir siendo artesanas y artesanos de humanidad, promotores de la vida, de la cultura del cuidado, del encuentro, desde el estilo y pedagogía de Madre Luisita: con mucha prudencia y suavidad les ganas el corazón para que se los lleves a Dios  (Carta NML No. 75), porque estamos convencidos de que, desde la custodia del corazón, el reconocimiento del otro, el respeto mutuo y la defensa de la igual dignidad de todos, estamos contribuyendo en la transformación de las personas, de las familias, y de la sociedad.

Bálsamo del amor compasivo del Padre

A través de la pastoral de la salud, acompañamos a las personas en su vulnerabilidad, hacia la experiencia del amor misericordioso de Dios que da la vida, a fin de cuidarla y restituirla integralmente. Del mismo modo, nuestro servicio está orientado a ayudar a nuestros hermanos a descubrir el valor redentor del sufrimiento que los asocia al misterio pascual de Cristo (CC73).

Nuestra madre fundadora que veía en los enfermos “los miembros más queridos de Dios, a quiénes atendió con cariño y ternura maternal. A través de la pastoral de la salud, cuidamos a los enfermos con delicadeza, paciencia, bondad, dulzura y caridad. Con esta solicitud revelamos el amor compasivo que manifiesta el Padre a quienes, por el dolor, experimentan, la máxima fragilidad existencial (CC75).

Presencia solidaria en el acontecer del Reino

A través de la pastoral parroquial nos insertamos en las Iglesias locales participando en la diversidad de actividades, mediante las cuales se construye la comunidad cristiana. Con creatividad misionera estamos atentas a la multiculturalidad de sus habitantes, articuladas con la diversidad de carismas, servicios y ministerios que enriquecen a la Iglesia local. Colaboramos así en la transformación de la sociedad para que acontezca el Reino en medio de los desafíos del mundo actual (CC85).

Inspiradas por el celo pastoral de nuestra madre Fundadora en comunión eclesial encarnamos nuestro carisma en los ambientes parroquiales, ofreciendo espacios de experiencia contemplativa de Dios, el anuncio profético de la Palabra, proyectos de solidaridad social, la convivencia fraterna y el testimonio de acogida generosa y alegre.

Expresamos nuestra opción por los pobres que nos interpelan y evangelizan, a través de la escucha y el compromiso por la justicia; la promoción integral de las personas y el acompañamiento a los grupos vulnerables y emergentes para que ellos sean sujetos de su propio desarrollo y liberación (CC86).

Anuncio gozoso del Evangelio a todos los pueblos

En sintonía con el deseo de nuestra madre Fundadora de que todo el mundo experimente cuán bueno es el Señor y su designio de liberación, realizamos la pastoral misionera e impulsamos la expansión del instituto. En nuestra acción desarrollamos las diversas pastorales de la congregación, integrando según los proyectos misioneros la evangelización, la educación, la salud, la promoción humana, las obras sociales y la espiritualidad.

Desde una oración contemplativa, encarnada e itinerante, la misión se realiza manifestando nuestra acogida y disponibilidad a lo imprevisible con espíritu de fe y entrega por el Reino (CC88).

Nosotras compartimos la pasión de la Iglesia por llevar la alegría del evangelio a todos los pueblos que aún no conocen a Cristo (Cfr. Mc 16,15). Por eso permanecemos disponibles para llevar la Buena Noticia a donde la congregación en nombre de la Iglesia nos envíe.

En estos lugares caracterizados por la diversidad de credos, con la fuerza del carisma realizamos nuestra tarea evangelizadora desde los valores universales y la espiritualidad de cada cultura, comprometidas con los procesos participativos que propicien la reconfiguración del tejido social (CC 90).

Mística y profecía al servicio de la vida en el espíritu

Fieles al espíritu de madre Luisita quien encarnó la espiritualidad carmelitana, realizamos, mediante acciones específicas, una pastoral encaminada a suscitar en la persona humana y en los grupos la apertura a la acción del Espíritu y a acompañar el desarrollo de la vida teologal, impulsando así relaciones transfiguradas con Dios, con los demás, consigo misma y con el cosmos para que sean agentes de transformación en los ámbitos religioso, sociopolítico, cultural y económico de la sociedad (CC92).

Artesanas de humanidad

Nuestra misión educativa como Carmelitas del Sagrado Corazón es:

 Acompañar a la persona en su desarrollo integral para que se encuentre con Dios, humanice el mundo, produzca cultura, transforme la sociedad y construya historia, hasta llegar a la plenitud en Cristo Jesús (CC 78-79).

Como testigos del encuentro vivo con Cristo, bajo la sabiduría e impulso del Espíritu Santo, a través de la pastoral educativa actualizamos su acción formadora que humaniza y educa cristianamente, impregnando los ambientes del espíritu evangélico de libertad y amor.

Nuestra misión educativa se inspira en María, quien acompaña a Jesús en su proceso de crecimiento en sabiduría y gracia en medio de su pueblo (Cfr. Lc 2,40). Ella, quien también promueve a la comunidad discipular, nos inspira a conformar la comunidad educativa desde una espiritualidad de comunión, en actitud de colaboración e intercambio de dones, que expresa una imagen articulada de la Iglesia como signo, memoria y profecía de los valores del evangelio.

La experiencia de comunidad educativa se orienta a formar a la persona en la unidad integral de su ser; interviene con los instrumentos de la enseñanza-aprendizaje ahí donde se forman los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida (CC 80).

  1. “Con mucha prudencia y suavidad ganar el corazón para llevarlo a Dios”

Con la pedagogía de Madre Luisita, las hermanas realizan la misión en la Pastoral Educativa desde el trato cercano, cariñoso y bondadoso.

Aprovecha la oportunidad que se te presenta con las jovencitas de ese lugar para ayudarles, atraértelas y amarlas, y después de hacer un ratito de oración les hablas con mucha prudencia y suavidad les ganas el corazón para que se los lleves a Dios; hazlas que frecuenten y lean algo bueno (Carta NML No. 75).

Conscientes de que sembramos la buena semilla en el corazón de la niñez y juventud, renovamos cada día la pasión por el ser humano en formación, provocamos y acompañamos como artesanas de humanidad con paciente esperanza el surgimiento de personalidades íntegras, solidarias y compasivas, “constructoras de encuentro y de paz” al servicio del Reino de Dios en la historia (CC81).

Atentas a los signos de los tiempos, llevamos nuestro servicio educativo “en salida” preferentemente a las fronteras de la sociedad. Mantenemos una actitud de apertura a las formas nuevas de educación liberadora que expresa la justicia y la misericordia, de manera especial en estos ambientes (CC 82).

 

  1. Acompañar a la niñez y juventud en situación de vulnerabilidad: Rostro materno de Dios

Nuestra madre Fundadora mostró predilección por la formación integral de la niñez y juventud que sufre orfandad, desamparo, abuso o abandono. Nuestro corazón de madre, que resuena con el corazón de Dios, solícito por los pobres y desvalidos, se conmueve con quienes sufren diversas formas de marginación social, y se compromete, a través de los espacios adecuados, como casas hogar, internados y otros, a compartir providentemente un sentido de familia que los promueva y capacite para descubrir vivencialmente el amor misericordioso que Dios tiene hacia los débiles. Permanecemos en apertura a nuevas formas de atenderlos y colaborar en su reinserción en la sociedad (CC83).

Actualmente realizamos nuestra Pastoral Educativa en los siguientes ámbitos:

  • Educación formal: Impartida en colegios, instituciones de formación, casa hogar, internados, centros de pueblos originarios, campesinos y ambientes populares.
  • No formal: Grupos, centros pastorales y organizaciones comunitarias donde se acompaña en el proceso formativo a los niños, jóvenes y adultos.

La congregación presente en cada uno de sus miembros en esta amplia gama de servicio pastoral tiene como finalidad promover al ser humano integralmente, acompañándolo en la búsqueda de la verdad y de una auténtica experiencia de Dios de donde nace nuestra motivación principal para la elaboración de un modelo que ordene y sistematice la labor educativa de la Congregación.