Que llegue a la plenitud a través de su desarrollo armónico integral.
Que participe responsable y activamente en la construcción de su propio aprendizaje y se capacite para mejorar su entorno en todos los aspectos.
Que aprecie y viva los valores humano-cristianos con una actitud de alegría, honestidad, trato respetuoso consigo mismo y con los demás.
Que viva en y para la libertad, respetando y promoviendo toda manifestación de vida.
Que desarrolle su espiritualidad centrada en Cristo y María al estilo de Madre Luisita, nutrido de la Palabra de Dios y los sacramentos.
Que experimente el amor de Dios Padre providente, bondadoso y misericordioso a quien le habla de corazón a Corazón (Carta NML 45) y en quien confía plenamente su vida.
Que conozca y ame a Jesucristo, que manifiesta en su Corazón abierto la inmensa misericordia y el gran amor del Padre (Cartas NML 130, 132, 135,212,215 y 217.)
Que experimente a Jesús Eucaristía como presencia y cercanía de Dios amigo y consolador, que le impulsa a compartir fraternalmente sus dones, tiempo, espacio, y bienes (Apuntes Espirituales NML págs. 850, 855, 856).
Que se forme como profeta del Reino, constructor de la paz, el amor, la verdad, la dignidad, la justicia y la fraternidad desde el Evangelio.
Que viva relaciones interpersonales fraternas, acogedoras y solidarias.
Que su relación con la naturaleza sea de libertad; que la contemple, la ame, la enriquezca, la proteja y evite su destrucción.
Que viva la inclusión intercultural con una actitud de diálogo, crecimiento, apertura a lo diverso y solidaridad.